4 de diciembre de 2008

HISTORIAS VERDADERAS.

EL CARNICERO.


Muchas veces se ha hablado de la habilidad de Gonzalo para la organización y realización de eventos carnícos. Desde que es un adolescente, el Mayor del Clan Sanromán despunta su vicio, desafiando a la parrilla y agasajando a sus amigos, familiares y cualquier persona cercana a su entorno que quiera disfrutar de algún producto cocinado a las brasas.

Ahora bien, siempre nos hemos preguntado (sin nunca obtener respuestas) de donde sale el amor de este expeditivo marcador central por la parrilla y sus derivados. Muchos pensaban que era una cuestión genética, dado que su padre y, posteriormente, su hermano menor (Junior) siempre mostraron facilidad para las carnes. Gracias al aporte de un informante anónimo, hemos logrado tener acceso a la verdad de la milanesa (valga la redundancia).


Todo comenzó una calurosa mañana de primavera. Gonzalo, que tenía que rendir una prueba de física y se había levantado muy temprano para preparar su regla mágica escribiéndose la fórmula de caída libre , iba caminando pasiblemente hacia el colegio rogando que dicho examen se suspenda. Cuando de repente sintió un frío escalofrío en el cuerpo: al pasar frente a la Carnicería “Juancito”, vio como Juan, el maestro carnicero, se dedicaba con esmero a faenar un costillar recién bajado del camión frigorífico. Nuestro pequeño héroe, apoyó su nariz sobre el vidrio y se dio cuenta que a El le encantaría estar en ese mundo de reses y cuchillos afilados. Tímidamente, ingresó al local y le preguntó a Juan si podía ayudarlo en sus momentos libres, dado que a él le gustaría estar en contacto con la carne, de manera de aprender más sobre cortes y achuras. El carnicero sonrió y aceptó la propuesta de aquel entusiasta purrete quién quería hacer sus primeros pasos en el rubro cárnico.

Los primeros días de Gonzalo fueron pura felicidad: estar en la cámara frigorífica eligiendo los mejores cortes y ayudando a Juan, el carnicero, era para él un sueño que se había hecho realidad. Paralelamente, iba continuando sus estudios, pero El había decidido guardar su nuevo oficio ante sus seres más queridos. Quizás atormentado por el “Qué dirán?”, era preferible mantener su imagen de joven estudiante antes que la de un aprendiz de carnicero.

Mientras Gonzalo prosperaba en su trabajo, iba ganándose la confianza de “Juancito”, el dueño. Lo cual empezaba a molestar al eterno ayudante del carnicero apodado “Olmedo” por su gran parecido al cómico rosarino. “Olmedo” veía como este joven aprendiz iba ganándose la confianza de su amo, el cual cada vez le iba derivando más trabajo y terminó de explotar cuando “Juancito” en una polémica decisión, le dio a Gonzalo el monopolio en el manejo de las achuras dentro del local. Lleno de ira y celos, "Olmedo", lleno de ira y celos, juró venganza ante su nuevo y joven compañero.

Así fue como que “Olmedo” decidió hacer una maldad de manera de recobrar la confianza de su patrón. Y se metió con la parte más fea de la vaca: cuando Gonzalo se distrajo en un momento decidió cambiar una bolsa de chinchulines “premium” por otra de menor calidad, de manera de llevar al joven aprendiz a cometer un error grave. Así fue como que Gonzalo le vendió a uno de los mejores clientes de “Juancito” un kilo de chinchulines en mal estado , lo que le produjo una importante diarrea no sólo al cliente de la carnicería, sino a toda su familia. Gonzalo, se dio cuenta que había sido una jugada de “Olmedo” a sus espaldas y decidió presentarle la renuncia indeclinable a Juan, de manera de no exponer la buena relación que habían forjado hasta el momento.


Hoy en día Gonzalo sigue viviendo añorando con nostalgia aquellos viejos buenos tiempos, siempre está vinculado a la selección de cortes para agasajar a su gente, utilizando todo lo aprendido de la mano de Juan para sorprender a propios y extraños. Y cuando surge la necesidad no satisfecha de venganza ante “Olmedo” nuestro héroe se viste de verdugo utilizando su afamada camiseta número 6 y descargando toda su violencia ante los delanteros rivales: teledirigidos a la rodilla, puntapié a los gemelos y el ya bien conocido “Cortito Sanromán” son algunos de los recursos violentos de este gladiador del fútbol, que ya es conocido en la Liga como “El Carnicero”.


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