11 de marzo de 2011

El Pony, la estrella de la pretemporada


Luego de la victoria del jueves pasado, se decidió dar licencia al plantel de Toco y me voy, de manera de que puedan aprovechar el feriado de carnaval para recuperarse de la exigente pretemporada. Como siempre, el destino de los jugadores fue de por más variado: algunos prefirieron la tranquilidad de la costa atlántica, otros decidieron probar los corsos capitalinos. En mi caso, decidí embarcarme rumbo al último bastión de la Buenos Aires tradicional y gauchesca, San Antonio de Areco.


El lugar, tranquilo y pintoresco de por si, me atraía para poder conocer algo más sobre Eber, este supersónico carrilero surgido de la divisiones menores del Toco, nacido y criado en esta localidad al norte de la provincia de Buenos Aires. Los potreros de este pueblo, transformado en ciudad fueron testigo de los primeros pasos del Pony con una pelota de fútbol. Desde chico los clubes mostraban interesados por este chico de patas largas: mientras River y Huracan de Areco se lo disputaban, Toco picó en punta, sedujo al jugador y a sus padres, por lo que la familia entera se mudó a la Capital para acompañar a su hijo en este desafío.

El comienzo no fue fácil como para casi todos los chicos que vienen a la capital con un sueño. Su adaptación a la gran ciudad fue bastante dura. Acostumbrado a hábitos campestres como el de la siesta y el mate con peperina, no lograba sintonizar en el ritmo y los tiempos capitalinos. Así, en sus primeros años en el colegio San Francisco de Sales, comenzó a lidiar con los vagos y revoltosos de su generación. Junior, Patatoucas y, por sobre todo, El Abuelo lo invitaron a conocer las mieles de Capital, y el Pony se vio hipnotizado por las luces de las calles corrientes, dónde, entre bambalinas y gigantografías de exuberantes vedettes, comenzó a perder la cabeza. Así, a medida que avanzaba como una firme promesa del fútbol rojonegro, Eber comenzaba a convertirse en una estrella de la noche porteña. Alcohol, mujerzuelas, descontrol, fueron algunas de las premisas que tomó este sencillo hombre de campo, para transformarse en una bestia de ciudad.

Sin embargo, su vida cambió trascendentalmente cuando Matute lo convocó al primer equipo. Como todos los futbolistas de su edad pasó de ser “ball-boy” a cambiarse al lado de sus ídolos de siempre. Así, con su simpatía y sus comentarios divertidos, comenzó a hacerse muy querido dentro del grupo. Ni lerdo ni perezoso se dio cuenta que para tener futuro dentro del equipo debía estar bien cerquita de los popes de la Comisión por lo que comenzó a operar desde las sombras junto a Jimmy, formando la JC (Juventud Comision) que emula a la JP, aquel movimiento radicalizado de la izquierda peronista que dominó la escena política durante los tumultuosos años 70.

Su comienzo en el 2010 fue muy esperanzador, pero luego de desaparecer del primer equipo (se pensaba que abrumado por la presión, había vuelto a sus pagos) alternó como suplente y parte de la banda, quedando muy relegado para formar parte del primer equipo. Aun así participó bastante de los entrenamientos, pero cuando llegaba el sábado su vida licenciosa lo hacía llegar a los partidos en pésimo estado de forma. Pero, evidentemente, algo cambió en este 2011. Comprometido, aplomado y confiando en su juego, El Pony parece renovado durante la pretemporada logrando continuidad y mostrándose como uno de los mejores jugadores del equipo.

Paralelamente, y complementariamente a su excelente momento futbolístico, este joven ha empezado a merodear las revistas del corazón. Su poco claro romance con una chica colombiana, hacen suponer que la misma se trata de la mismísima Shakira, quién habría dejado a Antoñito De La Rua no por el zaguero del Barcelona Gerard Piqué, sino por una relación carnal con el veloz carrilero. Dicen que se ven a escondidas, que ella en la intimidad lo llama “Flaquito”, que El la lleva en el maniubro de su bicicleta diciendo cosas dulces al oído y que le cuida a las mascotas que la cantante colombiana tiene en un departamento en Buenos Aires.

Esta es la vida del Pony. Sus comienzos, su ascenso meteórico, su acceso a la fama, al sexo fácil y al poder. En Areco hacen culto a este gladiador del fútbol, el ejemplo en carne y hueso del chico del interior que va y triunfa en la Capital haciendo que su nombre sea importante en el mundillo del fútbol. Un hombre de campo con pasado, presente y futuro oscuro que se ha instalado en el mundo Toco.

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