29 de noviembre de 2007

Toco 1 – INTI 1


A pesar de que el próximo sábado no hay partido (lo cual me daría un poco más de margen para la realización del comentario) sinceramente no puedo esperar ni un minuto mas; siento que si no me pongo a pensar y en compartir con ustedes todo lo que significó esta noche para mí, me voy a ir a dormir intranquilo como que no pude darle un final a todo lo sucedido durante esta noche.

Aparte del tema futbolístico, el cual tocaremos más adelante, me gustaría nuevamente hacer referencia a la mejor virtud que tiene este grupo: la calidad humana de todos y cada uno de los integrantes. Creo, sin exagerar, que hoy vimos al mejor Toco de la historia: no sólo por haber jugado uno de los mejores partidos del año (por el rival y la expectativa que se había gestado por este cotejo) sino porque tuve la suerte de presenciar una comunión que me pareció muy especial.

Sinceramente, creo que hoy dimos un paso adelante en lo referido a la unión y la calidad del grupo: me dio placer ver la solidaridad y el compañerismo que se vio dentro de la cancha, entre todos los que tuvimos la suerte de jugar y entre aquellos que por diversas razones lo vieron desde afuera (Tute y Luis averiados, Cecilia es mujer, Matute se retiró hace tiempo y de Seba dudo que haya pateado una pelota de fútbol en su vida, para él el fútbol son códigos, cadenas y violencia) . Fue algo mágico, ver tanta gente agolpada mirando el partido, sufriendo todos, tirando todos para el mismo lado, sin reproches por los cambios, ni por las jugadas que se intentaron y no salieron. Todo fue apoyo, comprensión, solidaridad, compañerismo, entre algunos amigos de toda la vida (lo cual suena lógico), pero también con aquellos chicos que se sumaron al equipo hace poco, por tomar el caso de Lucas y Santi. Créanme, muchachos, hace 20 años que juego al fútbol en equipos y es la primera vez que veo algo así. Me llena de orgullo formar parte de un grupo tan lindo y tan unido.

Pero todo esta unión, solidaridad y compañerismo, no se quedó sólo de los límites de la cancha para afuera, sino que también se vio reflejado en el verde césped. Desde el principio charlamos de cómo teníamos que encarar el partido: como una final, sí, con pasión, con el corazón, pero también jugando con la cabeza, con la frialdad que deben tener los equipos que quieren lograr algo importante. Poco hubiese servido mostrar todo ese ímpetu, pero ser un manojo de nervios; porque la ansiedad, los nervios, las ganas de dar todo, puede ser contraproducente si no se sabe manejar con inteligencia.

Y hoy Toco lo tuvo todo para ganar el partido: ímpetu, garra, corazón e inteligencia. Ímpetu para salir a ganar el partido y demostrar que no es casualidad que hayamos logrado mas del 70% de los puntos en juego; garra para demostrar que no había nada que nos podía derrumbar en esta noche (el penal errado, el gol rival en el mejor momento del equipo), corazón para luchar cada pelota como se fuese la última, pero todo combinado con la inteligencia para manejar el partido, para presionar en el momento que había que apretar, para ceder la iniciativa en el momento que había que recuperarse. Lo hicimos todo, pero el fútbol es tan lindo que a veces Todo, no alcanza.

Arrancó bien Toco desde el primer minuto del primer tiempo. Con una formación de jugadores rústicos y combativos, fue interesante lo que se vio en esa primera mitad. Se presionó, se cortaron los circuitos creativos, se mostró solidez defensiva, se manejó bastante bien la pelota, pero fallamos un poco a la hora de generar juego: ninguno de los volantes presentados siente las funciones ofensivas, y nuestros delanteros (Diego y Bata) quedaban un poco separados del resto del equipo, aunque preocupaban gracias a sus condiciones técnicas naturales y su velocidad. Fue parejo el partido en el primer tiempo, Toco preocupó más con algunas jugadas bastante claras, con algunos centros picantes sobre el área rival, al cual sometió a una presión asfixiante durante toda esa primera etapa.

En el segundo tiempo, Toco cambió de jugadores y actitud. Había preparado el terreno en base a marca, presión durante la primera etapa y mandó a la cancha a su poker de virtuosos: Santi (el nuevo pupi Zanetti), Toti, Marcos (cada vez que lo veo jugar me parece más y mejor jugador) y Kiko (delantero estrella, devenido enganche). Tantos cambios resintieron un poco la estructura del equipo, pero una vez que se asentaron los jugadores, hubo un solo equipo que intentó ser protagonista: Toco y me voy. Con Toti y Marcos arrancando por derecha e izquierda respectivamente, Toco encontró esas dosis de fútbol que le andaba faltando. Los delanteros gozaron de más compañías y comenzaron a sucederse situaciones de gol frente al arco de INTI.

Hasta que en uno de esos tantas jugadas, vino el penal. Magnífica jugada individual de Marquitos que tuvo que ser detenido con falta porque sino se metía con pelota y todo adentro del arco. Penal, chance de ponerse en ventaja y expresar en el resultado lo que se mostraba en la cancha. Lo pateó Diego (como siempre), pero el arquero de INTI le adivinó la intención y se quedó con el penal del diminuto delantero.

Fue un mazazo, costó que el equipo rojinegro se recupere. Entró en un momento de desconcierto y para colmo, INTI se puso en ventaja a partir de un tiro libre en forma de centro, ejecutado con maestría que se coló en el segundo ángulo de Sergio. Parecía que se venía la noche para Toco, pero este equipo nunca se da por vencido y como un león herido fue en busca del empate. Ingresó Koke por Angel para darle mayor movilidad y fútbol al medio juego. Fue un cambio tan ofensivo como auspicioso, el crédito de Santander y Curapaligue entró en la sintonía ofensiva del equipo de forma inmediata. Lo tuvo Diego con un cabezazo, lo tuvo Marcos en una de sus tantas apiladas. Y tanta decisión por ir a buscar el empate tuvo su premio: centro del Toti, “Gambetita” Vilas que tira una de sus fantasías y el rebote le queda a Diego que con un remate certero decretó el empate, que era realmente justo.

Con el envión del empate, Toco quizo más y fue a buscar el triunfo empujado por su gente. Arrinconó a INTI contra su área y demostró que quería irse victorioso de CIRSE. Y tuvo la chance sobre el final: luego que un desborde de Batata no pudo ser conectado por Leo en la puerta del área chica. Una lástima.

A pesar de que el empate fue injusto, no queda otra que irnos contentos, felices y satisfechos por como hemos jugado el partido de esta noche. Es lógico que algunos se hayan ido enojados por las ganas que había de ganar y porque hicimos las cosas mejor que el rival durante gran parte de los ochenta minutos, pero también hay que destacar las ganas, la actitud y el fútbol que desarrolló el equipo ante un rival directo en la lucha por título. Se jugó a lo campeón: con personalidad y con inteligencia. La suerte no estuvo de nuestro lado, pero no podemos dejar de sentirnos orgullosos por el partido que hicimos.

Formación: Sergio; Nico, Junior, Gonza y Ale; Lucas, Guille, Leo y Berty; Batata y Diego.
Cambios: Marcos x Nico, Santiago por Alejandro, Kiko por Berty, Toti por Lucas y Koke por Gonza.

Puntajes

Sergio. 6. La actuación de su último partido y su compromiso con el proyecto, le otorgaron la posibilidad de ser el arquero titular en este partido trascendental. Transmitió seguridad al equipo y se entendió de manera correcta con su defensa. A mi modo de ver las cosas, no tuvo responsabilidad en el gol y se lo vio preciso a la hora de sacar.
Nico. 6. Empezó con algunas dudas en la marca, un poco desubicado tácticamente y perdiendo usualmente la marca. Se vislumbraba una noche negra para el galancito de Asamblea y Senillosa. Pero su carisma todo lo puede: se afianzó en el lateral derecho, se entendió mejor con Lucas y terminó siendo uno de los puntos altos de la defensa.
Junior. 8. Luego de su lesión en la rodilla, el joven zaguero ha vuelto con todas las luces al primer equipo. Se lo nota ágil, rápido y atlético (producto del fuerte entrenamiento), pero aparte tiene el “timming” y la prestancia de siempre para llegar a todos los cruces. Se encargó de las saques de meta con una precisión a tener en cuenta.
Gonza. 6. En el primer tiempo tuvo un partido aparte con el 11 rival. Dos jugadores mañosos, que dejaron todo en cada pelota. Fue uno de los lindos duelos que tuvo la noche. Gonzalo estuvo acertado en la marca, no dejó que su presa gire y se ponga de frente al arco, y no se puso colorado a la hora de maltratarlo. En el segundo tiempo, se corrió al lateral y cumplió.
Alejandro. 6. El hombre de trabajo incierto y mails confusos. Se comenta que estaba en Puerto Madero aniquilando a un empresario, hizo su trabajo y vino a vestir la rojinegra. Seguramente si la KGB y los servicios secretos soviéticos hubiesen armado un prototipo de lateral durante la guerra fría, hubiesen tomado como ejemplo a Ale. Esta vez le costó jugar con el perfil cambiado (a pesar de su origen marxista-leninista, Ale es derecho) y se adaptó sin problemas. Su juego es simple: rudeza, fiereza, violencia e instinto asesino. Como una especie de animal salvaje (el león), pero vestido de marcador de punta.
Luki. 6. El hombre de los mil pulmones, las rastas y el contrabajo. Evidentemente, dejó toda su faceta artística en la música; su versión futbolística es guerrera, un guerrero medieval de esos que están esperando las grandes contiendas para demostrar su valía y su honradez. Disputa cada pelota como si fuese la última, muestra un ida y vuelta interesante por su andarivel y demostró una faceta que no habíamos descubierto: tiene un juego aéreo fuerte en el área rival.
Guille. 6. El hombre indescifrable. Aquel que un día se pelea con todo el mundo y anda por la vida mostrando sus aparatos, y que aparece 3 días después con el temperamento de una gacela y con un protector bucal de dudosa procedencia. Estuvo atinado en la marca en el primer tiempo, le ganó el duelo al 5 rival estando firme en la marca aunque un poco impreciso y apurado a la hora de distribuir el balón. En el segundo tiempo, quedó como única referencia de marca en el medio y ganó la batalla.
Leo. 6. El hombre silencioso. El mejor jugador de la década. Aquel que es capaz de pasar inadvertido en una fiesta pero que demuestra toda su valía en una cancha, lo que lo llevó a obtener el apodo de “El Ruud Gullit” blanco. Como su antecesor Holandés, Leonardo vive por su versatilidad e inteligencia: juega en todos los puestos con increíble criterio y en todos lo hace bien. Arrancó como 5 adelantado y cumplió, y cundo pasó a la zaga como segundo marcador central fue impenetrable por arriba y por abajo.
Berty. 6. Si le faltaba algún condimento al partido de esta noche era que, además de ser un partido trascendental, jugaba el gran Matías. Mati es un jugador aparte: las cámaras lo siguen a él, su fuerza es el marketing, la vinchita y sus accesorios. Volvió a mostrar su dinámica habitual por el andarivel, dejó todo en el primer tiempo y pidió el cambio para el segundo período. Me quedó con lo declarado por Marilina Ross sobre él esta semana: “Matias había sido devorado por el personaje, pero logró domarlo y ahora hace de su personalidad un arma de seducción”. Romance en Puerta.
Bata. 7. El incansable. El hombre del Olé bajo el brazo, que se toma siempre el mismo colectivo, el que saluda a los kioskeros, a los porteros. Si pudiera haría que su vida fuese como “The Truman Show”, pero para Darío hay un lugar en donde no existe lo previsible: la cancha de fútbol. Algunos lo consideran el nuevo emblema otros un trepador: hace unos meses era un ignoto delantero proveniente de GEBA y ahora comparte actividades con la gente de la Comisión Directiva, trae jugadores a préstamo y seduce a la tribuna. Fue una pesadilla para los defensores rivales, que solamente lo pudieron frenar golpeándolo.
Diego. 6. El niño que recuperó la sonrisa. Daba pena luego del penal ver la cara de Diego. Era la de un nene desalmado, sin ganas de nada. Seguramente en ese momento si le alcanzaban una pala, hacía un pozo y se metía adentro para que nadie lo vea abatido. Pero, gracias a Dios los grandes jugadores nunca mueren. Aquellos que tienen el don de mimar a la pelota de fútbol son premiados por el fútbol y por la vida. Tuvo su revancha y con un derechazo certero decretó el 1-1 final, ante el delirio de la afición. Lo gritó con alma y vida, como hacía mucho que no lo gritaba. Preocúpense rivales: el niño recuperó la sonrisa.
Santi. 6. El equipo necesitaba salida y proyección desde la última línea y Santiago fue a la cancha. El reflejo del Pupi Zanetti demostró todo su repertorio: oportuno en el anticipo, velocidad y criterio. Cada una de sus proyecciones son como puñales que se clavan en el estómago del rival. No tuvo la oportunidad de llegar hasta el fondo con decisión, pero siempre le dio un claro destino a la pelota.
Toti. 6. El hombre de las mil batallas. El que trabaja, el que prefiere el rock antes que el fútbol. El que trajo a un amigo Soviético que lo va desplazando. Entró en un partido de esos que le gusta: nocturno, pierna fuerte, roce constante y dialogo subidito de tono. Estaba en su salsa. Jugó como siempre: se viste con el overol mas roñoso a la hora de hacer el trabajo sucio, pero cuando agarra la pelota se transforma en un jugador delicado, afrancesado, de esos que se disfrutan tomando una chamapaña demi-sec. Llegó al fondo en reiteradas oportunidades, remató al arco entrando al vacío por derecha y terminó ovacionado por la hinchada que lo extrañaba.
Kiko. 6. El ídolo de las masas. Vivaz, Enérgico, peleador, frontal, carismático. En fin, un Vilas tal como su hermano. Empezó como volante izquierdo, pero su poca constancia para la marca le jugó una mala pasada: los volantes rivales que jugaban por su sector se hicieron un festín y le ganaron la espalda. Pero cuando pasó de enganche volvió a reencontrase con su mejor nivel, aquel que tenía antes de su encontronazo con “fideo”. Tuvo dos momentos culmines: un deborde por derecha y participó en la jugada del gol, hasta se animó a pedir que lo cuenten como asistencia. Hizo lo mismo el día que de una pifia suya Batata marcó un gol. Impresentable.
Marcos. 8. Desde que Victor Sueiro finalizó con el programa de tele que tenía que hablaba de los sueños, los milagros y unas cuentas giladas, pensé que las apariciones benditas eran algo del pasado, que habían sido reemplazados por los gurúes de la televisión y el frenetismo del minuto a minuto. Pero los milagros existen. La aparición de Marcos cada vez que se calza la rojinegra puede entenderse como una aparición divina. Llega siempre con su entorno, que lo lleva por el mal camino, habla poco, es obediente, educado, pero a la hora de jugar muestra todo su potencial. Es una leyenda del potrero, un “centro jás” como los de antes. Esos que juegan con cabeza levantada, que gambetean, que van para adelante. Es un placer verlo jugar y una responsabilidad poder opinar sobre su actuación. Es completo técnica, táctica y conceptualmente.
Koke. 6. Se dudaba de su actuación hasta último minuto. Su obligación laboral en Disney y un supuesto pasional romance con Minnie, habían tejido un manto de dudas sobre su aparición de esta noche. Pero a Koke no le importó nada: se olvidó de la ratoncita seductora, la dejó con Trivilín y se vino a poner la rojinegra. Entró a los 20 del segundo tiempo con el partido 0-1 con un solo propósito: meterse en el circuito creativo del equipo y aportar su cuota de fútbol. Lo logró, desde la izquierda hacia el centro se juntó con Diego y con Marcos y armaron un trío de la hostia. Viva el Futbol!.

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