1 de septiembre de 2008

Toco 4 – Liverpool 2

Técnico que debuta…Gana

En el fútbol, así como en la vida y en varias situaciones, a veces es necesario un golpe de timón, un cambio de dirección. Si lo hubiese hecho el Titanic en su momento se hubiese evitado una de las mayores desgracias de la historia de la modernidad (y varios directores de cines se hubieses ahorrado de ganar varios millones). El presente de Toco era similar al transatlantico: a bordo, era todo lujo, estética y glamour. Mientras la comunión entre los tripulantes (jugadores, ex cuerpo técnico y jugadores) era la mejor, el rumbo que marcaba el buque rojinegro iba de lleno hacia un Iceberg. 3 partidos, 3 derrotas y sin reacción desde lo futbolístico y desde lo anímico.

El partido se comenzó a ganar en la semana. La inyección de buen ánimo que produjo el nombramiento de Hernan Muszkat como entrenador dentro del seno del equipo se notaba ya en la concentración del viernes a la noche, así como en los primeros minutos del soleado mediodía en CITEFA. El plantel estaba distendido, con ganas de revertir el mal momento, sin que esto significase una presión sino un verdadero desafío.

Toco salió a jugar el partido concentrado desde el primer minuto. Con la misión de ser un equipo ordenado, que pregone el juego asociado con la pelota al ras del piso y esperando el momento indicado para aprovechar la velocidad de sus delanteros sin caer en el pelotazo previsible. Toco se encontró con un gol casi sin proponérselo y sin dejarle tocar la pelota a su rival. Entre quince y veinte toques luego del saque inicial, una muy buena combinación entre Berty, Guille, Kiko, Tute, Lavezzi, que terminó con el gol de Nacho tras un fortísimo remate. Estaba claro que la actitud y la intención era otra.

Sin embargo, y a pesar del gol inicial, el partido no iba a ser fácil. Liverpool es un equipo bien armado, con jugadores de buen pie y un ataque muy “picante”. De a poco, Toco fue perdiendo la pelota y a pesar de la saludable intención de sacar la pelota al ras del suelo desde abajo, el equipo rojinegro no estaba tan preciso como al principio un poco por los errores de sus propios jugadores y otro poco porque Liverpool había tomado mejor las marcas y no dejaba tantos espacios en la mitad de cancha. El partido comenzaba a cambiar de dueño y se produjo lo que se vislumbraba: un centro muy bombeado desde la derecha, una salida en falso de Fari y el oportunismo del 16 rival que con un débil cabezazo decretó el 1-1 parcial. Con el empate Liverpool siguió presionando, pero a pesar de haber estrellado un remate en el travesaño, el empate con el cual finalizó el primer tiempo fue un fiel reflejo de lo equilibrado del partido.

Y me gustaría, para explicar un poco lo que sucedió en el entretiempo, reflotar una vieja discusión del fútbol que se relaciona con la importancia que puede llegar a tener un entrenador en un partido o dentro de un equipo de fútbol. Es cierto que los partidos lo ganan o lo pierden, en definitiva, los jugadores que son los que salen y ejecutan lo que el entrenador pide. Pero también es cierto que a veces la decisión de una persona que puede leer un partido de fútbol puede cambiar un resultado. La tarde del sábado el gordo tuvo una visión y con dos movimientos cambió el partido: el ingreso de Toti y reubicar a Loro en la punta derecha del ataque.

La consecuencia de este movimiento ajedrecístico fueron inobjetables: con Loro por derecha, Toti en cancha más Nacho por su sector dieron una exhibición de fútbol durante esos primeros 20 minutos que fueron magníficos. Precisión en velocidad, una combinación que en el fútbol suele ser letal para cualquier equipo que se ponga enfrente. Fueron desvastadores: dos goles, paredes, situaciones de gol por doquier y la sensación que cada vez que estos tres jugadores se juntaban a tocar el gol estaba al caer. El partido estaba definido, aún cuando Liverpool se puso 3-2, luego de una pelota que se escapó a Fari, porque el Loro se mandó otra corrida de las suyas y definió con una tranquilidad que da miedo.

No había tiempo para nada más. El partido terminó por de desmoronarse cuando echaron al arquero rival. Hubo tiempo para poco más: algunas jugadas de peligro de Toco, pero lo más importante fue el festejo desmedido luego del partido y la sensación positiva que dejó esta gran actuación en cada uno de los jugadores rojinegros. Esperamos que sea el puntapié de una recuperación duradera y que podamos ver a Toco y me voy más arriba en la tabla.

Puntajes (hechos por el nuevo DT, el cronista sólo se atribuye el comentario posterior)

Sergio. 5. La vuelta del histórico arquero de Toco y me voy. Luego de su retiro obligado el Gordo le dio la chance a Sergio de volver a la valla. Es cierto que tuvo responsabilidad en los dos goles, pero tuvo una atajada clave con el partido 2-3. La hinchada lo adora y le agradece siempre su esfuerzo por el equipo.

Cobany 7. Venía de rendimientos irregulares. Sus últimos partidos no habían sido de lo mejor, pero el sábado demostró que cuando se lo propone, puede ser un interesante marcador de punta. Sólido en la marca y criterioso en la proyección.
Junior. 7. El capitán (que estrenó cinta nueva) volvió a ser el bastión de la defensa. Sacó todo por arriba y por abajo, y mostró la personalidad de siempre para ordenar a sus compañeros y asustar a sus rivales.
Gonza. 7. La vuelta del viejo gladiador de Caballito. Hacía mucho que no jugaba, pero evidentemente las mañas no se pierden: su fulminante salida al costado terminó con una patada descalificadora al delantero rival. Una acción tremenda, justito frente a la parcialidad rojinegra, que la festejó casi tanto como un gol. Firme por arriba y por abajo, a medida que recupere ritmo futbolístico va a estar mejor.
Tute. 7. Como lateral no tuvo problemas en la marca (casi no lo atacaron por su sector) pero su punto fuerte fue en ofensiva, mostrándose siempre como salida limpia y criteriosa. Gran participación en el primer gol: su proyección terminó frente al arco rival y permitió el gol de Nacho. Después pasó a jugar como central y estuvo firme como siempre.

Nacho. 8. La vuelta del volante derecho que más ha cautivado a la afición rojinegra desde su aparición. Un jugador exquisito, que tiene habilidad, serenidad, llega al gol y siempre trata de dar la pelota al pie de un compañero, algo que nos faltaba en los últimos partidos. De lo mejorcito del equipo el sábado, demostrando que si deja el barullo y toca la pelota, puede ser uno de los mejores jugadores del equipo.
Guille 7. Bien como doble cinco, intentó siempre ordenar el equipo dentro de la cancha y dar un pase al pie de un compañero. Se acopló bien con su compañero de mediojuego y tuvo algunos toques interesantes. Pero su mejor versión se vio como único volante central cuando se hizo patrón en el mediojuego.
Pito Abelairas 6. Venía en un gran nivel. Su condición de conector de líneas era tema recurrente en la charla de fútbol en los bares y pizzerías. Tuvo un partido correcto: lejos de intentar jugar a la pelota su juego fue netamente brusco y violento. No menos de 6 foules durante el primer tiempo, alguno de ellos muy groseros. Pero, sorprendentemente, no fue ni amonestado ni observado por el árbitro.
Lavezzi. 8. Que más se puede decir de este estupendo jugador. Indisciplinado, talentoso, exquisito, ha cautivado con su fútbol a la afición rojinegra desde el principio. Es un carrilero zurdo de los que no se ven: va con una fuerza aplanadora, como aquellos viejos tanques soviéticos que arrasaban pueblos y ciudades durante la guerra fría y siempre colabora en defensa con ganas y actitud. Su incorporación ha sido de lo mejor del 2008 y lo demuestra partido tras partido.

Kiko. 8. Venía de una semana difícil. Se decían que sus horas en Toco estaban contadas y que estaba en una lista negra que había presentado la anterior conducción. Su pase a Flores Junior era inminente, pero el nuevo técnico apenas asumió dijo: “No me lo vendan a Santiago y hagamos un palito para festejar mi nombramiento”. Qué bárbaro!, lo que es el fútbol, el jugador que tenía un pie afuera del equipo capitalizó los elogios de su nuevo entrenador y transformó esos elogios en goles. Dos goles, para dar el triunfo al equipo, para ser el goleador de Toco en el campeonato y para volver al ruedo.
Loro. 10. Cuando tuve mi conversación con el nuevo técnico, éste fue muy claro: “Al Loro ponele un 10, porque hizo todo bien y se merece la nota más alta”. Yo estoy de acuerdo, lo de Lorenzo fue magnífico. El gol, la asistencia, su velocidad, su capacidad para jugar al equipo. EL mejor partido de Loro con la rojinegra, justo el día de asunción del Gordo como DT. Parece que el entrenador ya tiene a su niño mimado.

Toti. 9. Una movida muy siniestra de la comisión lo sacó del ostracismo y lo puso de nuevo en el lugar donde más rinde: el campo de juego. Que estaba gordo, que el viaje a Europa lo había cambiado, que ya no hablaba español…muchas cosas se dijeron de Toti, pero en su regreso mostró que está igual que siempre. El talento no entiende de tiempo ni de condición física, es innato y sale a la luz en el momento menos pensado. Fue amo y señor de todos los ataques en el segundo tiempo y me gustaría resaltar algo que fue maravilloso y que sólo el fútbol puede darlo: la sociedad futbolística que armó con el Loro. Personas de naturaleza distinta, de forma de ser distinta que nunca han hablado en su vida, pueden entenderse en una cancha de fútbol tan rápido que sorprende. Tuvieron unas paredes y unos encuentros en velocidad que parecían de dos personas que jugaban al fútbol junto desde hace 20 años cuando solamente se habían visto hace 20 minutos. Que viva el futbol!.
Sicario. 6. La vuelta del marcador lateral más tenebroso que ha pisado una cancha en los últimos años. Su abogado permitió su vuelta, sus contactos con sobrevivientes del viejo gobierno comunista le permitió conseguir un pasaporte, volver a la Argentina y jugar en Toco. Poco se sabe de lo que hizo en su último año: se puso un negocio de venta de pantalones ¾ a cuadras de la plaza roja, se fundió y después se fue a participar en la versión de 100% Lucha para la televisión Afgana. Lo cierto es que el Sicario está de vuelta, con la vehemencia que lo hizo ídolo de la parcialidad.

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